La otra noche, buscando un cuaderno, me senté en cuclillas delante de un pequeño armario y comencé a vaciarlo. Lo vacié de cajas llenas de objetos olvidados.
No encontré el cuaderno, por supuesto, pero a cambio ¿saben lo que hallé? CONOCIMIENTO.
No se rían!!
Las cajas contenían cuatro billeteros usados y abandonados hace años. Varios pares de gafas graduadas, pasadas de moda, que ya no me sirven.Chupetes usados de mi hija....
Tristes objetos olvidados en un rincón.
Y así el armario completo lleno de telarañas del tiempo en las que quedaron atrapados los recuerdos del ayer. ¿Para que? PARA OCUPAR ESPACIO.
Lo triste es que tengo la casa llena de objetos cansados y cuando compro algo nuevo no tengo espacio para guardarlo.
¿Y quien quiere vivir mirando a su espalda cuando hay tantas cosas nuevas por delante?
Pues así vivimos, acumulando objetos y recuerdos que no volveremos a utilizar nunca más.
Y guardamos porque nos falta la fe suficiente para confiar en que siempre somos Amados y cuidados y que nuestro Padre nos ofrece cada día lo necesario para vivir.
Recuerdo una leyenda que cuenta como un estudioso de todas las artes ocultas acudio un día a un maestro zen para que le mostrase su arte.
Y en su afan de que el maestro lo tomase como discípulo comenzo a hablar y hablar queriendo presentarle todo su amplio conocimiento.
Entonces el maestro le ofreció una taza de te y comenzo a servirle. La taza se llenaba pero el maestro no dejaba de echar líquido en ella.
El estudioso pensó que el maestro no veía bien y le dijo: Maestro no siga echando té, no ve que se está derramando. Y así el maestro comentó: ¿ves esta taza? Tu mente es como ella: está tan llena de conocimiento que ya no cabe un gramo más. Anda vé a vaciarte y vuelve cuando estés vacio. Entonces te tomaré como discípulo.
Los objetos, las ideas preconcebidas, los recuerdos... que ya fueron utilizados y cumplieron su cometido han de ser retirados para dejar espacio.
Sin espacio la energía se estanca y no fluye bien. Se vuelve rancia y pesa.
El peso nos vuelve ancianos lentos cuando deseariamos ser como infantes que corren, yo diria casi vuelan, se caen y vuelven a levantarse.
Los objetos, las ideas preconcebidas, los recuerdos... modelan nuestro cerebro para ver tan solo aquello que tiende a conservarlos en formol.
¿Cuantos bellos eventos hemos dejado de lado porque no teníamos espacio para acogerlos y nuestro cerebro temeroso les apartó?
Deja que fluya como el agua fresca de un rio que limpia las rocas a su paso, riega las flores del camino y luego se escapa hacia el mar.
No pretendas retener el agua porque se estanca, se pudre y huele mal.
Liberaté......Liberaté......
Liberate mentalmente, corta las amarras y cuando hayas hecho esto pregunta ¿que hago con estas cosas? y cuando recibas la respuesta ponlo en práctica, porque si la energía se mueve fuera será un reflejo de un movimiento interior aunque no lo percibas.
Y tu Ser Sabio conoce que "Cuando el Padre cierra una puerta abre una ventana mas grande ..."
Así que si en tu vida llega un momento de cerrar puertas, no las mantengas abiertas, dejalas cerrar y que con ellas se vayan todas las energías que ya fueron. Vuelvete y espera con tus ojos bien abiertos, observando como un niño pequeño, porque seguro se abrirá una gran ventana, una enorme ventana con vistas al mar.
Y es que todo esta en la actitud que tomemos ante la vida porque lo creas o no somos nosotros quienes labramos nuestro camino.
Dia a día, paso a paso, se hace camino al andar y como dijo el poeta Antonio Machado " Al andar se hace camino y al volver la vista atras se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar...".
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