Hace algunos años se había puesto de moda comprar buditas, esas figuritas panzonas que los restaurantes de comida china colocan a la entrada de sus locales ( pero en miniatura, claro está ).
Los había de distintas suertes como el del amor, del dinero, de la salud... pero yo me compré el de la felicidad ( tal vez para que me garantizase ser feliz en los más diversos escenarios de la vida ). Y ahí sigue colocado en una balda de mi dormitorio.
Creo que actué sabiamente porque, en el fondo de su Ser, a lo que realmente aspiran todas las personas es alcanzar la dicha.
Pueden aspirar a tener una casa más grande, un coche más veloz, un armario más lujoso, más amigos, un amante fiel... pero en el fondo lo que todos buscan desesperadamente es ser felices.
Lo triste es que la felicidad que logramos tras alcanzar nuestros sueños suele ser efímera y fugaz y se desvanece, como voluta de humo, dejando un vacío en nuestro interior.
El error de fondo está en que la felicidad que buscamos en los objetos externos es corta, dado que el mundo esta sujeto a un continuo cambio. Lo ideal sería aspirar a una felicidad que no dependiese de todos los vaivenes de acontecimientos exteriores.
Y !oh sorpresa!, la Felicidad imperecedera (con F mayúscula) habita en nuestro SER y no se encuentra sujeta al cambio.
Puesto que el SER, que realmente somos, es Amor, Paz, Felicidad.
Seguro que alguna vez has sentido una tímida llamada que en los momentos más desesperados te hacía intuir que debe de existir algo más allá de este mundo caótico y sin sentido, que te instaba a despertar de este sueño que es pura ilusión, por más que nos parezca muy sólido y tangible.
Lo lamentable es que sufrimos una horda de voces, que parecen proceder de nuestra cabeza, peleando, ordenando, juzgando, culpabilizando y lamentándose constantemente. Nos aturden, nos confunden y no nos permiten vivir en paz. Estamos hablando del ego : un programa tan antiguo como el mundo que nos mantiene presos en la ilusión ( maya, matrix... como quieras llamarlo).
El ego, que se esfuerza para que vivamos alejados del presente ( fíjate que presente también significa regalo ). Que nos tiene reviviendo continuamente nuestra historia pasada para lamentarse de cómo sucedió o bien nos proyecta a un futuro fantasmagórico en el que imaginamos nuestro yo ideal, para pasar fugazmente por el presente juzgando a los que nos rodean.
Claramente el ego es la fuente de nuestra infelicidad.
Y tu me preguntaras ¿existe alguna forma de atravesar las tinieblas del ego para descansar en brazos de nuestro SER?
La respuesta es que si y que no es tan difícil o complicado como el ego quiere que pensemos,( porque las tres defensas favoritas del ego son: No mires, No sientas , No puedes )
Se trata del Camino del Perdón ( no del perdón del mundo dual sino del perdón como camino de sanación y liberación ).
Pero este camino va más allá.
Te lleva a comprender que todo lo que vemos son ilusiones que ha proyectado el subconsciente, porque no es capaz de reconocer en el interior la culpa que siente y la proyecta fuera, en el mundo que le rodea, para deshacerse de ella.
El perdón sana la mente y le permite comprender que todo este mundo es un sueño de separación, que se encuentra integra y es invulnerable, que todos los reflejos somos una sola Mente. Le permite volver a casa.
Y es que Adán aún sigue durmiendo en el paraíso...
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