Fuera de nosotros
vemos la consecuencia de aquello que habita en el subconsciente, y que a la vez
también es colectivo. Así lo expone Jorge Lomar, quien concibe una práctica
personal de transformación que llama ecología mental. Hay un crítico en la
mente, el ego, y sobre él hay que trabajar
Aurelio Álvarez Cortez
Quién es
Licenciado en Ciencias de la Información
por la Universidad Complutense de Madrid y máster en Psicología Transpersonal
por la Escuela Superior de Técnicas y Estudios Avanzados de Barcelona, Jorge Lomar
es facilitador de talleres y retiros. Su mensaje aporta nuevos puntos de vista
para abordar la vida, introducen a la meditación, la autoobservación y las relaciones
conscientes, tomando como referencia las enseñanzas de "Un curso de
milagros" y la filosofía advaita. Conferenciante especializado en las
claves de la autorrealización, es autor de los libros "Vivir el
perdón" (Ed. El Grano de Mostaza) y "Ecología mental" y "La
inteligencia del amor" (Corona Borealis). Preside la Asociación Conciencia
para el Crecimiento Humano.
Más información en www.asociacionconciencia.org
-Estamos
en un tiempo de vértigo, en el que muchos corren pero sin saber hacia dónde.
-No es una cuestión de épocas, sino
de inconsciencia. Aquí empieza todo. ¿Uno realmente quiere poner su energía en
sanar la inconsciencia o no? ¿O quiere seguir, como tú dices, corriendo hacia
adelante e intentar pasarlo bien, como si se tratara de pasar cada momento a
través de uno de una manera placentera, y eso es felicidad? Esto no tiene nada
que ver con la felicidad. Al haber esa constante huida hacia adelante hay
inconsciencia. Te sientes vacío, sin sentido, no puedes dar sentido a tu vida.
Es una cuestión de prioridades: ¿qué es lo que yo quiero que sea importante en
mi vida?, ¿qué puede hacer que mi vida sea fluida, pacífica, alegre?
Me quiero centrar en eso porque debo
encontrar los medios si ese es mi objetivo, y lo que propongo son unos medios,
herramientas, que a mí me han funcionado perfectamente, que no son nada sin esa
voluntad, sin esa prioridad.
-Tú
hablas de ecología mental… Vemos diariamente una ecología enfocada más en lo
material que en lo espiritual.
-En términos generales se considera
a la ecología como una cuestión más bien externa, referente al mundo de las
formas, de los cuerpos, de las interacciones sociales, y como mucho se habla de
ecología emocional, un punto de vista muy light.
-Pero
tú vas al hueso, en otro plano.
-Es una cuestión de prioridad. No es
que yo particularmente vaya al hueso, sino que hago lo que puedo (risas).
Cuando voy al hueso es mucho más directo y esto da mucho más fruto que si ando
dando vueltas. Eso es seguro, haga lo que haga, ya sea decidir vivir en paz o
aprender a tocar el piano.
-¿Cómo
es esa mirada ecológica?
-Partimos de la herramienta básica
del darse cuenta, que yo recalifico como una experiencia sentida, no como un
proceso conceptual. Es decir, recuperar mi capacidad natural para soltar
creencias y patrones dolorosos que están produciendo que toda la emocionalidad resultante
no permita vivirme. Es simple.
-¿Ese
proceso necesariamente tiene que ser doloroso?
-¡No! Todo depende de cuánto valor
le atribuyas al dolor, es otro patrón más. Hay un patrón por el cual en esta
sociedad se llama a las cosas caras o baratas. Algo caro significa que tiene
mucho coste, cuesta mucho, requiere un gran esfuerzo y es muy valorado porque
es caro e implica sufrimiento; por tanto es lo mejor, lo que todo el mundo
quiere. Algo barato es algo cuyo coste es muy bajo, abaratar costes es una
redundancia porque abaratar siempre se refiere al coste. Por tanto, el valor de
las cosas está asociado al sufrimiento que cuesta conseguirlas. Es un patrón
colectivo de esos a los que tenemos que arrojar conciencia para estar más ecológicamente viviendo. La ecología tiene un
fundamento en su misma etimología que dice que es la ciencia o el
emprendimiento que haces de conocimiento, de conciencia, para vivir en tu casa.
Para mí, mi casa es mi mente.
-Con
la cual creas todo…
-Es una responsabilidad básica si quieres
estar en tu casa, ¿es o no la tuya? Si ya estás en la responsabilidad de que
ésta es tu casa, tu mente, te responsabilizas de tu mente y de todos los
programas que alberga.
-Me
recuerdas un programa de televisión que lleva por título “¿Quién vive ahí?”.
Como una metáfora, ¿somos conscientes de que hay alguien que vive ahí y no es
precisamente quien creemos que es?
-Esto significa mirar adentro. Por
fin voy a ser valiente y miraré quién está ahí. No te puedes confundir en ello porque
hay un programa colectivo que te engaña y te hace buscar eso fuera. Si te
confundes, buscas que el mundo te defina y estás dependiente de los juicios.
Dependes de los juicios que hagan sobre ti para sentirte bien o mal. Es un
esfuerzo emocional por parecer algo. Esto es “tirar para adelante”.
-¿Y
la inteligencia emocional? Nos consideramos más
mentales
cuando realmente somos más emocionales.
-La inteligencia emocional tal como
se concibe en la sociedad no llego a captarla (risas). Veamos, el centro del
ser es el corazón, por eso se llama corazón: el núcleo. Esto invita a pensar, a
comprender, a sentir de otra manera.
La conciencia con la que ves es tu
corazón, una experiencia para la cual existen medios que han de ser usados
correctamente si estamos intentando hacer una tarea espiritual de fondo, que
realmente pueda liberar nuestra conciencia de patrones. Un camino espiritual no
es conceptual, tampoco un proceso intelectual o analítico. Un camino espiritual
es una disponibilidad a sentir, que está apoyado por una voluntad de “quiero conocer
qué hay más allá de lo que yo puedo concebir”. Esto es como lanzarse a una
piscina en la que no sabemos si hay agua.
-¿Importa
si hay agua o no?
-Estamos ante el tema del
sufrimiento. Normalmente en este mundo la mayor parte de la gente se siente vacía
porque que no le está dando sentido a su vida, sabiendo incluso que se tiene
que encargar de darle sentido y suponiendo que ha traspasado la barrera de estar
esperando que el mundo le dé sentido a él. Superado ese primer victimismo y con
la responsabilidad de darle sentido al mundo, no encuentra manera de dárselo y
eso también es un vacío. ¿Cómo voy a darle sentido al mundo si no sé cómo
dárselo, si no encuentro yo el sentido? Es un vacío profundo que ocasiona todas
las búsquedas y drogadicciones. Y a la vez, para cubrir ese vacío, consideran
que tendrían que hacer un giro de mentalidad tan grande que temen la caída,
fracasar, y eso es imaginar que la piscina no tiene agua. Esto requiere esa fe,
esa valentía, ese coraje inicial, esa voluntad. Es “ir al hueso”.
-¿Qué
dices a quien está justamente en esa situación?
-En general, lo que ofrezco son
charlas, libros, un poco para ver el aspecto general, lo que puede resonar en
casi todos, pero otra cosa muy distinta es un consejo particular para un
momento del camino de quien sea. Personalmente no puedo decir que pueda servir exactamente
para ti, sino que lo más impersonal en mí te puede ayudar en un momento dado.
Me tengo que quitar de en medio para poder ayudarte, y ese arte de quitarse de
en medio acabará produciendo el consejo que me pedías. Pero cada situación es
impredecible, pues es una relación nueva y compleja.
El arte de colgar el personaje, de
utilizar los medios por los cuales te unes a tu comprensión, a tu inteligencia profunda,
total, ese es el primer acercamiento al meollo. Y digo “arte” para que
entendamos la dimensión que tiene este emprendimiento. Hay un aprendizaje que
en este caso consiste en un desaprendizaje, y esto es ecología mental, limpiar.
-¿Con
qué limpio mi casa, mi mente?
-Con la luz que hay en tu
conciencia. Una experiencia… Tú puedes permitir que tu conciencia se convierta en
un chorro de luz, pero sólo si quieres, si trasciendes los miedos que te da
mirar.
-Siempre
está la palabra miedo ahí, dando vueltas.
-Si estás aquí, en el mundo, sí.
Claro, también hay que saber mirar eso, de nada sirve decir que no existe.
-Pero
el miedo en esencia es ignorancia.
-Sí, inconsciencia. Lo mismo que
ocultas te da miedo y te preguntas por qué lo has ocultado, te da miedo haberlo
ocultado y lo que ocultas. El miedo es la consecuencia emocional de ocultarte
cosas y luego de que esas cosas estén ahí como si fueran algo contra ti.
-Antes
el miedo “iba por barrios”, ahora está globalizado y lo sentimos como
huérfanos. Éramos los mejores, decíamos que nos envidiaba el mundo; viajábamos,
comprábamos casas, coches… Sin embargo, percibo que a nivel colectivo estamos
desaprovechando la crisis y con ganas de volver a lo mismo.
-A base de criticar el momento, a
base de desconfianza, idealizas el pasado, pero mientras estabas viviendo ese
pasado vivías el miedo a que la burbuja explotara, vivías el temor hacia tu
inconsciente. Pero todo eso ahora lo vamos a olvidar, vamos a olvidar el vacío
que surgía de ese tipo de vida, el sinsentido que tenía acelerar el proceso de
ir hacia adelante sin saber adónde, corriendo. Y todo eso ahora lo voy a
olvidar porque me quedaré con que en ese momento había trabajo, el mundo me
daba una sensación de seguridad el mundo aunque fuera falsa, porque había 30
guerras a gran escala, sin contar los millones de millones si hablamos de las
guerritas que cada uno vive cada día. Ese aspecto crítico sostenido y apoyado
socialmente durante cierto tiempo es lo que llamamos una crisis. Entendamos que
todo lo que sucede es una responsabilidad de la mente. Si tú quieres buscar
cosas fuera del sistema que te está afectando entonces ya no hablamos de
ecología mental sino de limpiar las calles, de proteger y conservar los bosques
o cosas de ésas. Ecología mental implica que lo que estás viendo fuera sucede a
causa de lo que hay en tu subconsciente, que a la vez es colectivo. Esto es
ecología mental, me hago responsable de lo que estoy contemplando porque es mi
casa, está en mi mente. Y eso es el punto de vista de la responsabilidad
mental, me doy cuenta de las creencias que están produciendo un mundo que
percibo en crisis, pero el mundo ha estado siempre en crisis. Sólo hay un 20%
de la gente que siente cierta seguridad económica en el mundo. Es un mundo de
crisis y no importa la época de la historia que mires para ver crisis por todas
partes. Hay una crisis, un crítico en la mente, y sobre este crítico hay que
trabajar. Ese crítico, que llamamos ego, es un programa. Yo prefiero llamarle así
porque hay que trabajarlo como un software. En cuanto tú te des cuenta con
absoluta certeza a nivel profundo, a nivel experiencial, que no tiene sentido,
ya no te puede afectar.
-Supongo
que la meditación es uno de esos medios y habrá otros que tú propones.
-La meditación es uno de los medios,
hay que empezar por ahí, pasar por ella. Si no lo sabes hacer, estarás sosteniendo
el personaje social en el cual has puesto los pilares de tu vida y sigues
intentando parecer algo. En mi libro “Ecología mental” (Ed. Corona Borealis) propongo
un trabajo de iniciación y muchos dirán que no es un libro de iniciación, sino
uno profundo. Claro, eso es ir al hueso. No es un libro en el que intente que te
distraigas sino que ofrezco un entrenamiento que dura años, porque eso es un
entrenamiento espiritual bien hecho. Ni magia ni truco, es un camino
espiritual, una experiencia de conciencia, un equivocarme, levantarme, limpiarme
las manos y seguir.
-Dices
que ese crítico, el ego, es un programa. ¿No se puede cambiar o sencillamente
sacarlo?
-Se puede mirar de muchas formas. La
mirada más global que yo entiendo consiste en aceptar un programa que
desprograma. Debemos ser humildes y reconocer que por mucho que te encuentres
con maestros que no propagan un sistema de creencias o dicen que hay que
desmontar todas las creencias, si no tuvieras creencias no podrías siquiera
salir de tu cama, tendrías miedo. Tienes que tener creencias para sostener esta
experiencia en el mundo, ellas sustentan lo que estás percibiendo. Es poco
humilde intentar parecer que no existen las creencias o que en tu discurso no
las hay. ¡Claro que hay! Entonces es un sistema de pensamiento que podría tener
muchas formas pero en este momento posee una, por eso un camino de conciencia
requiere un programa, porque al fin y al cabo tiene una forma, un desarrollo,
una metodología.
-¿También
hablas de valores?
-Intento simplificar lo más posible
el discurso y hablo de un solo valor, SER. Hay que lanzarse a la piscina para
experimentarlo porque hasta que no conozcas el valor seguirás dándole valor a
aquello que no lo tiene. Y cuando empieces a vivir el valor podrás decir “eso
no tiene tanto valor y lo puedo soltar”. Lo que vence todas las resistencias es
la experiencia directa de la libertad interna, no importa que sea un segundo;
si es entera, es libertad interna. Si sientes esa libertad y esa capacidad, cada
paso que das es total. Cada paso que das es consistente, afecta a tu
experiencia, al subconsciente, y es transformador. Hay una emocionalidad, un
sentir que va transmutándose, deshaciendo ese miedo. Esto es un arte, va
ocurriendo dulcemente, en la medida en que tú lo permites y le das prioridad.
-Comparte
algo que te haya dejado últimamente una huella en tu corazón.
-Una frase muy sencilla: “Lo mejor
que puedes hacer por todo el mundo es dejar de sufrir ahora”.
Revista TU MISMO (nº 79, enero 2014)
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